BUCITOS



Agosto 2 de 2007
BUCITOS
Por: Jaime García Elías
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Decían las abuelas —calificarlas de sabias sería pleonasmo— que "La palabra conmueve, pero el ejemplo arrastra"...

Caso concreto: La organización ecologista "Greenpeace" confeccionó el "Ten Top" de las playas y bahías más contaminadas de México; Jalisco, que sigue enrachado, barrió con las medallas de oro, plata, bronce, latón, hoja de lata y zinc: Cinco o seis de sus más rimbombantes "destinos turísticos", aparecieron en esa lista. Las secretarías de Salud, de Turismo y del Medio Ambiente "suben" la información respectiva al internet. Empero, como no es común que incluyan la "lap-top" entre sandalias de hule, trajes de baño y crema bronceadora, los vacacionistas, en la práctica, carecen de la información que sería pertinente tener antes de entregarse en cuerpo y alma a jinetear olas.

La gente de "Greenpeace" instaló un gigantesco excusado (neumático, no real) en la Playa de los Muertos, la más frecuentada de Puerto Vallarta, entre banderas rojas y carteles de "Riesgo Sanitario". Muy cerca del lugar en que los niños —¡bendita inocencia!— "disfrutan" el agua tibia de regaderas y sanitarios de hoteles y casas habitación que descargan en el Río Cuale, se difundió información sobre los alarmantes niveles de contaminación: Hasta 16 veces superiores a los que recomienda la Organización Mundial de la Salud...

Las autoridades sanitarias desmintieron la información: Sostienen que la contaminación de las aguas está "dentro de norma". Los hoteleros —reacios a difundir datos fehacientes—, siguiendo el ejemplo de López Obrador, aducen que se trata de "un compló"...

Puesto que se trata del clásico, fastidioso —y, sobre todo, infructuoso— debate meramente verbal, que al cabo se reduce a ruido, habría una forma contundente de liquidar la estéril polémica: Si el responsable de Regulación Sanitaria de la Secretaría de Salud y el líder de los hoteleros vallartenses convocan a una rueda de prensa en cualquiera de las playas impugnadas por "Greenpeace", y ahí, en vez de incorporar sus melodiosos trinos al concierto de chachalacas, se dedican a torear olas, hacer bucitos, nadar de muertito y hacer las monerías que acostumbran los turistas, durante media hora, digamos, pondrán, con ello, el punto final a los dimes y diretes.

(Además, sobraría quien se ofreciera a cuidarles la ropa...).

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